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Chankillo: el observatorio solar más antiguo de America





Chankillo, el observatorio solar más antiguo de América, está ubicado en la costa del Perú, a 400 kilómetros de Lima. El observatorio, de una antigüedad de más de 2.000 años, está conformado por trece torres alineadas de norte a sur. Los expertos, entre los cuales se encuentran Iván Ghezzi, de la Pontificia Universidad Católica de Perú, y Clive Ruggles, de la Universidad de Leicester, Inglaterra, explican que las Trece Torres servían para señalar con bastante precisión los solsticios y equinoccios, y en general para marcar el movimiento cíclico del sol a través del año, indicando el avanzado conocimiento de la astronomía, con fines prácticos y rituales, de los antiguos peruanos.

“Las torres de Chankillo nos proporcionan una prueba de las primeras observaciones solares y de la existencia de avanzados cultos al Sol, los cuales precedieron casi 2.000 años a los del Cuzco incaico”, afirman los arqueólogos.

Hasta este momento se creía que los primeros observatorios solares estaban en la región de Cuzco, o habían sido construidos por la cultura Moche en la costa peruana, 600 años después de Chankillo. Chankillo fue construido en el periodo que se corresponde arqueologicamente con el colapso de uno de los mayores centros religiosos de los Andes, el de Chavín de Huántar, entre el año 200 y el 300 a.C.

Ubicados a unos 15 kms al sur de Casma,( a 400 kms. de Lima, Perú), Chankillo está compuesto por una fortaleza estratégicamente ubicada en lo alto de un cerro, de tres gruesas murallas de piedra ovoides, concéntricas, (con cinco, cuatro y tres entradas respectivamente desde la exterior hasta la interior). Estos accesos nivelados dan paso a unos elaborados corredores, cuyos techos están hechos con gruesas maderas de algarrobo. Rodeados por estos cículos concéntricos se hayan dos estructuras redondas y una circular. Tomando como referencia la madera de algarrobo encontrada, mediante análisis con el C14 se estima la antiguedad en unos 2300 años.

“Desde el siglo XIX se especulaba que la fila de 13 torres podría ser una referencia a la luna, pero nadie decidió seguir esa pista”, dijo Ghezzi. “Miles de personas podrían haberse reunido para observar impresionantes eventos solares. Estos amaneceres y atardeceres podrían haber sido utilizados en función a una agenda política”, comenta el investigador Ivan Ghezzi. “Por ejemplo, durante la época del solsticio de verano en junio (el día más largo del año) el sol sale justo a la izquierda de la torre más septentrional”.

Cada una de las torres mide entre dos y seis metros de diámetro y están separadas por 4,7 y 5,1 metros. Todas están alineadas en el filo de la colina. Cada una de las estructuras tiene dos escaleras, en los lados norte y sur, que llevan a la parte más alta de la torre. Durante mucho tiempo nadie había entendido la presencia de esta hilera de torres con forma de espinas en la espalda de un dragón.

La clave vino con el descubrimiento de dos puntos de observación, situados a unos 200 metros cada uno de los extremos de la retahíla de torres, ambas adornadas con reliquias conocidas de materiales de sacrificio. Al seguir el movimiento del Sol desde ambos puntos, los arqueólogos notaron que la distribución de las torres, construidas a intervalos regulares, se ajustaba a la trayectoria de la estrella; es decir, si hoy la posición del amanecer coincidiera con la ubicación de la tercera torre, después de un tiempo coincidiría con la cuarta, luego con la quinta hasta completar el ciclo marcado por la estructura.

La situada más al este estaba en muy mal estado de conservación, pero la del oeste conservaba buena parte de su estructura y permitió a los científicos determinar de forma concluyente su función: los dos puntos de observación estaban posicionados de tal forma que en los solsticios de verano e invierno el sol se levanta y se pone por encima de las torres, formando una línea que delimita claramente el año solar.

Ghezzi afirmó que se sabe muy poco sobre la gente que construyó Chankillo, pero habrían precedido a los Incas por varios siglos.

Al investigador no le sorprendió el hallazgo de un observatorio tan antiguo y afirma que Perú es una de las fronteras arqueológicas inexploradas en el mundo.

"Esta clase de conocimiento es esencial para la supervivencia, para navegar, para seguir animales y regresar a tu lugar de origen, para hacer un seguimiento de las estaciones", sostuvo Ghezzi.

"Tenemos que encontrar otras razones para explicar por qué un grupo de personas llegó tan lejos como para construir torres monumentales en la cima de una colina", concluyó.



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