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Saña:la ciudad fantasma


Dicen que entre sus muros derruidos habitan los fantasmas de aquellos pobladores que murieron en la catástrofe. Otros hablan de alguna maldición y la comparan con Sodoma y Gomorra, castigada por los dioses.

Lo cierto es que las impresionantes ruinas de Zaña son un monumento a los estragos que puede causar el Fenómeno del Niño, una advertencia a la vulnerabilidad de los patrones urbanísticos occidentales importados por los españoles.



La historia de Zaña se inicia cuando las huestes de Francisco Pizarro cruzaron el valle para tomar el camino inca que los llevó hacia Cajamarca, impresionando a los conquistadores por su belleza y majestuosidad. Después de la captura y ejecución de Ata-:. hualpa, el valle y sus pobladores fueron cedidos al conquistador Alonso Félix de Morales, hasta el 29 de noviembre de 1563 cuando Diego Pineda funda la ciudad de Santiago de Miraflores de Zaña, siguiendo los patrones clásicos de toda urbe española: a la orilla del río y en la zona baja del valle, sin considerar la posibilidad de una inundación.


Altiva y orgullosa, rodeada de enormes campos de cultivo bañados por el río del mismo nombre y por imponentes canales de regadío prehispánicos, a los pocos años de su fundación Zaña opacó a Lambayeque y Trujillo, y fue propuesta para ser capital del Virreinato del Perú, en reemplazo de la Ciudad de los Reyes.


Pero la primera advertencia de lo vulnerable de su ubicación vendría la noche del 3 de julio de 1578 cuando inesperadas lluvias torrenciales, provocadas por un Fenómeno del Niño de regular envergadura, inundaron Zaña, Lambayeque y Ferreñafe, dejando decenas de víctimas y cuantiosos daños económicos en la región.Su prestigio, empero, continuó con los años y Zaña se fue poblando de hidalgos españoles que vivían en lujosas mansiones y de imponentes conventos de todas las órdenes religiosas: franciscanos, agustinos, mercedarios y jesuitas.


La fama de sus parroquias y conventos fue tal que allí vivió sus últimos días el Arzobispo de Lima, Toribio de Mogrovejo, quien falleció el 23 de marzo de 1606.
Siguiendo su ejemplo, otras autoridades de Lima se trasladaron a Zaña y se hicieron vecinos de la ciudad por la belleza de su campiña, su agradable clima y la prosperidad del lugar.

Toda esta fama y bienestar se acabó el 4 de marzo de 1686, cuando las huestes del pirata inglés Eduardo Davis desembarcaron en Cherrepe y saquearon Zaña durante siete días, incendiándola antes de partir. La ciudad no logró recuperarse, muchos vecinos se mudaron a Lambayeque, Trujillo o Lima, abandonando sus residencias, sus campos de cultivo y sus esclavos negros, quienes se volvieron amos y señores del lugar hasta el 15 de marzo de 1720, cuando las lluvias causadas por el Fenómeno del Niño incrementaron el caudal del río Zaña inundando la ciudad y dejándola inhabitable para siempre.


Desde entonces, Zaña es uno de los lugares más visitados del departamento, donde los turistas pueden comprobar el antiguo esplendor de esta ciudad fantasma que pudo ser la capital del Perú.

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