La Bella Laguna de los Cóndores , y sus momias
La Laguna de los Cóndores es un complejo arqueológico compuesto por seis mausoleos, presenta características arquitectónicas de la cultura de los Chachapoyas y está decorada con pinturas rupestres en las que fueron halladas cerca de un centenar de fardos funerarios, finos tejidos, cerámicas tallados en madera, quipus mates decorados, coronas y diversos objetos de gran valor. Se encuentra ubicado en el distrito de Leymebamba. Para llegar al lugar, se emplea un promedio de diez horas en acémila o a pie desde esta localidad.
Para recorrer toda la zona arqueológica se necesita disponer de tres días libres no solamente por la dispensación de los restos arqueológicos sino también por lo agreste de la zona.
Se denomina "Laguna de los Cóndores" porque las primeras personas que lo descubrieron, manifiestan que sobre la impresionante Laguna, cuyas aguas son de color azul verdusco, en años anteriores se apreciaban volando a estas aves de rapiña (cóndores). Alrededor de esta hermosa Laguna se encuentran las antiguas construcciones (mausoleos) en cuyos interiores se hallaron fardos funerarios y objetos de artesanía, lo que actualmente han sido trasladados al museo de Leymebamba.
Cubiertas por el bosque nuboso, en los flancos orientales de los Andes, pende una hilera de tumbas sobre las aguas de una laguna. Disimuladas en un angosto abrigo natural, l00 metros encima de la Laguna de los Cóndores, las estructuras permanecieron abandonadas por casi 500 años. Compuesto por seis chullpas o tumbas, y los cimientos de una séptima, el sitio funerario es uno de 18 sitios documentados en los acantilados de piedra caliza que se asoman sobre la Laguna de los Cóndores. A pesar que los trabajadores que descubrieron el sitio, a fines de 1996, removieron prácticamente todo el mausoleo, cortando con machetes los fardos funerarios y destruyendo valiosa información de contexto, las más de 200 momias recuperadas, y una cantidad de ofrendas, indican fechados Chachapoyas (ca. 800-1470 DC), Chachapoyas-Inca (ca. 1470-1532) y Colonial temprano (ca. 1532-1570).
Los constructores aprovecharon una cornisa natural del acantilado, modificándola, nivelando el piso y labrando cornisas más pequeñas en el farallón, donde construyeron muros bajos de piedra y mortero de barro, que servían de apoyo a la parte posterior de los techos de las tumbas. Cada tumba mide aproximadamente 3 metros de alto y está dividida en dos niveles por una tarima de pequeños troncos. Las estructuras son básicamente cuadrangulares, construidas en bloques de piedra caliza asentada con mortero de barro. Todas tienen ventanas que miran hacia la Laguna y hacia el antiguo asentamiento de Llaqtacocha.
Un elevado farallón con vista a la paradisiaca Laguna Negra fue utilizado por los Chachapoyas como lugar para la construcción de cámaras funerarias monumentales.
Cada una de las cámaras funerarias albergaba a un gran número de fardos, correspondientes a varias generaciones de individuos probablemente emparentados. Vestidos ceremoniales con rica iconografía chachapoya e inca fueron usados como envoltorios, junto con retazos de tela burda. La evidencia encontrada demuestra que el mismo espacio fue ocupado no sólo por los Sacha puyas (Chachapoyas) sino también por Incas y Chimús. De hecho, los Incas liderados por Túpac Yupanqui conquistaron esta región alrededor del año 1470. La presencia de los Incas se podría explicar por el sistema de mitimaes (poblaciones enteras trasladadas lejos de su lugar de origen) que solían utilizar los quechuas para mantener un mejor control de los pueblos sojuzgados.
Hoy, a pesar del contacto aparentemente fluido que en el pasado sostuvieron pueblos tan diversos, llegar a los dominios de la Laguna de Los Cóndores no es una tarea fácil, incluso para el expedicionario experimentado. En el camino que parte de Leymebamba debe sortearse pantanos, empinadas montañas y frías y desoladas cordilleras para llegar a la enmarañada selva donde yacen estos mausoleos, envueltos por la niebla y parcialmente cubiertos por una cortina de agua que baja de la cumbre.
Desde el camino es posible observar el río, torrentoso y cristalino, a su paso entre gigantescos farallones de granito. De las lisas paredes cuelgan, en ángulos imposibles, pequeños y apretados bosques repletos de orquídeas y helechos. Si bien que el camino es harto difícil, la recompensa es arribar a un lugar donde resulta imposible no quedar maravillado. En su alrededor se observa una impresionante laguna de fondo negro, en la que se puede pescar y pasear en bote, presenta además vegetación típica de ceja de selva.
Los turistas pueden conocer varios aspectos de este espectacular sitio arqueológico en el museo en las afueras de Leymebamba.
Para llegar, desde la localidad de Leymebamba se recorren 45 Km. hasta la laguna, es necesario un guía.
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